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Nuestro paso por la Hackathon: Internet of Bears

El pasado mes de Febrero, Denis y yo, junto a 3 compañeros más, fuimos participantes en Alicante del HackForGood organizado por Telefónica. Me gustaría dar en este artículo un enfoque distinto a lo que muchos esperáis. No explicaré cómo programamos la Raspberry que usamos en nuestro proyecto, ni explicaré por qué usamos una u otra librería en la app para Android  que realizamos (quizás eso podría ser el tema de otro artículo si se anima Denis). Lo que me gustaría en este artículo es transmitir unos conocimientos que nos aportó este evento que distan mucho de ser conocimientos técnicos, de programación o de hardware.

Donde todo empieza

Todo empieza un jueves, en clase, 3 compañeros y yo recibimos un correo electrónico sobre un hackathon que se realizaría en la Universidad de Alicante. Ese mismo día, unas horas más tarde, Denis se incorporó al grupo. Él es estudiante de informática por lo que su presencia era crucial en un grupo formado por cuatro futuros telecos. El domingo siguiente, mediante una videoconferencia, comenzamos con el brainstorming. Basándonos en la temática del concurso, mejorar el mundo por medio del uso de datos, durante horas propusimos distintas ideas, cada una más disparatada que la anterior. Como era de esperar, finalmente nos decidimos por la idea más loca de todas: ¿Por qué no hacer un oso de peluche que permitiera a los padres monitorizar todos los parámetros posibles de la habitación de su bebé?  En efecto, habíamos elegido un proyecto que realizar con nuestros medios y en el tiempo que disponíamos era una auténtica utopía. Pero, ¿y qué?. No había nada que perder. Habíamos venido a jugar.

Hemos venido a jugar

Llegó el día del evento. Comenzaba un viernes por la mañana y finalizaría al día siguiente por la tarde. Disponíamos aproximadamente un día y medio para concretar nuestra idea, llevarla a cabo, y vendérsela al público. Internet of Bears consistiría en una raspberry metida dentro de un oso de peluche, junto con leds, botones, sensor de luz, sensor de temperatura, sensor de humedad, micrófono y una cámara. Todo esto, acompañado de una aplicación de Android desde la que se pudiera observar los datos recogidos por todos los sensores, ver la imagen de la cámara e incluso activar pequeños juegos de luces y sonido.

Parecía imposible, y poder hacerlo requirió de una coordinación perfecta. En todo momento, cada miembro del grupo sabía claramente cuál era su misión. Cada hora y media se realizaría una reunión. Todos los miembros del grupo teníamos que dejar lo que estuviéramos haciendo, y durante 5 minutos contábamos al resto del grupo qué habíamos conseguido realizar, se comentaban los problemas que habían surgido, y se asignaban las tareas para la próxima hora y media. Durante los días anteriores, habíamos realizado un horario marcando pequeñas metas del tipo: «A las 14:00 debe estar el prototipo funcionando». Como imaginará el lector, no cumplimos ni una. Sin embargo, en mi opinión, esta forma de organizar el trabajo, nos permitió tomarnos el lujo de poder dormir algunas horas la noche del viernes al sábado, con un proyecto, prácticamente terminado.

 

Avalancha

Las dificultades durante el proyecto no fueron pocas. Como suele pasar, si hay un 99% de posibilidades, ten claro que ese 1% restante aparecerá en el peor momento posible. En qué nos vimos de conseguir una pantalla y un teclado cuando comprobamos que no podíamos configurar la raspberry sin ellos. Siempre me preguntaré qué pensarían de nosotros los vendedores de webcams de Wallapop cuando a las 2:00 de la mañana les preguntábamos si podíamos quedar en ese mismo momento para comprarles una.  Sí, a unas horas de la presentación final, nos habíamos cargado la cámara con la que ofrecíamos a los padres ver en directo imágenes de la habitación de sus hijos, una de las características que más nos habíamos esforzado en vender. A esto es lo que me refería al comienzo del artículo cuando hablaba de los conocimientos que nos aportó el hackathon. Aprendimos que hay que tomar riesgos, pero estando alerta siempre, preparados para la avalancha. No necesitábamos vender al público y al jurado nuestro proyecto técnicamente perfecto. No necesitábamos venderle un estudio de mercado que predijera que íbamos a revolucionar la industria de los juguetes. No buscaban eso. Teníamos que conseguir que hablaran de nosotros.

«Hay solamente una cosa en el mundo peor que hablen de ti, y es que no hablen de ti»

Oscar Wilde

Y desde luego que conseguimos que se hablara de nosotros. Tras unas presentaciones de manual de los demás participantes, que sabían perfectamente cómo captar la atención, como mostrar el potencial de sus proyectos, algunos speech que llegaban incluso a emocionar, llegamos nosotros. Colocamos un oso de peluche encima de la mesa. (Intentando que no se vieran todos los cables de la parte de atrás del oso que no nos había dado tiempo a coser y que posiblemente traumatizarían a un bebé). 2 días trabajando sin parar, y a ninguna se nos había ocurrido comprobar si la sala presentaciones tenía conexión a Internet. Y sí, no habíamos implementado ninguna forma de activar los juegos sin conexión a Internet. Allí estábamos, con un power point que estaba preparado para que fuéramos enseñando las funcionalidades del oso en directo y un emulador de Android para que se vieran los datos de la cámara y los sensores también en riguroso directo. Tocó improvisar. Muchas de las frases que teníamos preparadas habían dejado de tener sentido si no se podían ir enseñando las funcionalidades en el oso. Pero incluso en ese momento, no nos rendimos. Habíamos aprendido durante dos días a estar alerta, preparados para cuando todo se hundiera.

Lo normal, cuando todos piensen que estás loco, sería convencerles de que no lo estás. Pero eso sería lo normal, y nuestro paso por el concurso había sido de todo menos normal. Así que, con un oso encima de la mesa, que sin internet no podía funcionar, y una presentación basada en ir enseñando en directo las funcionalidades del oso ya solo nos quedaba intentar que todo el público allí presente formara parte de nuestra locura. Que cuando salieran de allí estuvieran convencidos de que todo el mundo debería monitorizar las habitaciones de sus bebés para asegurarse de que las condiciones son las óptimas. Que en el siglo XXI es inexplicable que no tengamos en todo momento en nuestro móvil todos esos datos.

Para conseguir provocar lo anterior, tienes que haber pasado muchas noches en vela pensando cómo tu proyecto puede ayudar a la gente. Y eso último, sí que lo habíamos hecho bien.

Yo he venido aquí a hablar de mi libro

Finalmente, parece ser que a algún miembro del jurado conseguimos enloquecer, puesto que fuimos los ganadores del HackForGood en Alicante. Aunque miembros de mi equipo seguían teniendo esperanzas en qué ganáramos este premio, he de confesar que yo no tenía demasiadas. No había dejado de creer en nuestro proyecto ni un minuto, pero la presentación no había salido como esperábamos. Dudaba de haber conseguido que la gente entendiera qué era Internet of Bears. De hecho, al ver que ni me inmutaba, me tuvo que decir mi compañero que el proyecto que acababan de anunciar como ganador era el nuestro.

El paso por el HackForGood nos dio un empujón a seguir adelante con esto. Y actualmente seguimos trabajando en nuestro proyecto, aunque ahora ya de forma mucho más seria de cara a conseguir que antes o después pueda estar en el mercado, para que los padres puedan dormir tranquilos sabiendo que su bebé está en las mejores condiciones.

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